Tan fácil debería ser, cerrar los ojos y cambiar de canal, estar donde tu corazón y tu alma desean y necesitan estar. En un lugar sin masificación, en un lugar sin costumbres (estúpidas y que se fundamentan en poses), en un lugar donde reina la paz, pero la paz verdadera y la alegría real, dónde no hace falta fingir, dónde solo con respirar algo original y único te sientas libre. Un lugar en el cuál todo es como el mar, infinito pero feliz, diferente y singular, se duda de todo pero también se encuentra la solución y no hay nada que superar. Un lugar donde se suelten las riendas, dónde no haya más cadenas que nos aten ni pretextos ni por qués, que todo esté tan claro, que no haya que explicar y que los finales solo existan para volver a empezar. Que usemos la razón sólo cuando la tengamos que usar, que los peces naden, salten y canten, te aconsejen de verdad. Vivir para sentir y no pensar en extrañar, extrañar? cómo se sentirá?. Vivir para imaginar e imaginar e imaginar, que el placer te lo den las cosas pequeñas como observar un caracol y entender, que lo bello es simple. Llenarse escuchando el ruido de las olas, una canción tan natural como los pajaritos y el silbido del viento. Amar, amar todo eso, sin poseerlo, que te llene tanto que ya forme parte de vos y que no se necesite nada más. M